miércoles, 19 de enero de 2011

Marco Antonio Montes de Oca


Marco Antonio
Montes de Oca
1932-2009
Rep. Mexicana



DATOS BIOGRAFICOS:

Marco Antonio Montes de Oca (1932-2009 ). Poeta, narrador y pintor mexicano.
Nació en la Cd. de México, el 3 de agosto, 1932.
Estudió Derecho y Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Fue fundador y secretario del Pen Club de México; ha sido presidente de la Asociación de Escritores de México (1976-1978); redactor de la Coordinación de Humanidades, director de la Colección Poemas y Ensayos de la UNAM; y agregado cultural de México en España (1978-1980).

Fue profesor en la Universidad de Essex, Inglaterra.
Asesor de la Coordinación de Humanidades de la UNAM.
Como pintor presentó una exposición en ANDSA.

Colaboró en Revista Mexicana de Literatura, Estaciones, Revista de la Universidad de México, La Palabra y el Hombre, Pájaro Cascabel, Cuadernos del Viento, El Rehilete, La Vida Literaria, Plural, Vuelta, Novedades y El Excélsior.

Fue becario del Centro Mexicano de Escritores, de 1955 a 1956, y de 1960 a 1961; de la Fundación Guggenheim, de 1967 a 1968, y de 1970 a 1971; del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), de 1989 a 1990; ingresó al Sistema Nacional de Creadores Artísticos, como creador emérito, en 1994.

El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), a través del Centro Nacional de Información y Promoción de la Literatura, le rindió un homenaje, con su exposición Tierra y Tiempo y un ciclo de conferencias acerca de su obra, en febrero de 1994.


Adjetivo para los Ojos:

El poeta Marco Antonio Montes de Oca, opinó Hugo Gutiérrez Vega, “es una de las voces más caudalosas de la poesía mexicana contemporánea. El aspecto esencial de su poesía es la metáfora, la cual usaba con gran desenvoltura y le venía a la mente de una manera espontánea, lo que daba gran riqueza a sus textos.
“Otro aspecto es que dominaba a la perfección el poema largo, la amplia respiración que tiene el poema largo, lo cual es muy difícil de manejar. Las ruinas de la infame Babilonia es uno de los libros fundamentales de la poesía mexicana contemporánea. Su pérdida la debemos sentir muy profundamente, porque sin duda es una de los principales voces poéticas del siglo pasado y de lo que va de éste.”

El autor de Delante de la luz cantan los pájaros: poesía 1953-2000 (publicado en 2000 por el Fondo de Cultura Económica), como todo poeta destacado, “encontró enemigos que en vez de admirarlo y disfrutar la belleza de sus poemas, se dedicaron a encontrarle defectos: la oscuridad, el exceso de fantasía, sobre todo, no lo consideraron capaz de escribir un poema organizado que no fuese mera acumulación de imagen tras imagen. ¿Por qué no se ha querido juzgar a Montes de Oca dentro de sus intenciones y su capacidad personal? ¿Por qué exigirle lo que no deseó hacer?”, escribió José Emilio Pacheco en su libro Aproximación a la poesía mexicana del siglo XX.
Luego de una larga enfermedad el poeta Marco Antonio Montes de Oca fallece en febrero de 2009. Sus restos fueron cremados en una ceremonia intima y discreta.

*

Obra Publicada:

ANTOLOGÍA:
El surco y la brasa (traducciones), Fondo de Cultura Económica (FCE), Letras Mexicanas, 1974.
Poesía, crimen y prisión, México, Secretaría de Gobernación, 1975.
Pedir el fuego (obras completas 1953-1985), México, Planeta/Joaquín Mortiz, 1986.
El surco y la brasa (en colaboración con Ana Luisa Vega de Montes de Oca), 2a. edición, FCE, 1989.
Pedir el fuego (poesía 1953-1991), México, Joaquín Mortiz/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), 1992.

BIOGRAFÍA:
Marco Antonio Montes de Oca (autobiografía), México, Empresas Editoriales, 1967.

CUENTO:
Las fuentes legendarias, México, Joaquín Mortiz, 1966.

POESÍA:
Ruina de la infame Babilonia, Stylo, 1953.
Contrapunto de la fe, México, Los Presentes, 1955.
Pliego de testimonios, Metáfora, 1956.
Delante de la luz cantan los pájaros, México, FCE, Letras Mexicanas, 1959.
Cantos al sol que no se alcanza, México, FCE, 19691.
Fundación del entusiasmo, México, UNAM, Poemas y Ensayos, 1963.
La parcela en el edén, Pájaro Cascabel, 1964.
Vendimia del juglar, México, Joaquín Mortiz, Las Dos Orillas, 1965.
Pedir el fuego, México, Joaquín Mortiz, 1968.
Poesía reunida (1953-1970), México, FCE, Letras Mexicanas, 1971.
Se llama como quieras, México, UNAM, Poemas y Ensayos, 1974.
Lugares donde el espacio cicatriza, México, Joaquín Mortiz, Las Dos Orillas, 1974.
Las constelaciones secretas, México, FCE, 1976.
En honor a las palabras, México, Joaquín Mortiz, 1979.
Comparecencias (poesía 1968-1980), Seix Barral, 1980.
Migraciones y vísperas, México, Oasis, 1983.
Cuenta nueva y otros poemas, México, Martín Casillas, 1983.
Tablero de orientaciones, México, Premià, 1984.
Vaivén, México, Joaquín Mortiz, 1986.
Altanoche, México, Secretaría de Educación Pública (SEP), Lecturas Mexicanas, 1986.



*****

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1
Cargamento


Camino encorvado por mi carga de fantasmas.
Siento que no haya sangre sino humo en mis entrañas,
Pero cómo pesa, cómo hunde la pisada de cada pie hasta volverla abismo.
Cambio mis fantasmas por una tribu de ranas y zarigüeyas,
Cambio mis fantasmas por un séquito de leones y remolinos;
Los cambio en verdad por un plato de lava caliente.
Se hizo arrojadizo el corazón y yo te lo envío
Antes de que tanto fantasma me vuelva bruma las serviciales médulas.

Que un rayo parta al rayo mismo.
Que la luz de adentro fluya entre mis labios
Como un bosque de miel para ti que no pesas,
Para ti que no eres lastre que inventa jorobas para los recién nacidos.

Vuelve a la carga mi batallón de flores.
En la hostia una pequeña fractura denuncia la sangre divina.
El cielo y la tierra se juntan hasta que sólo los separa
Un álamo que agita su follaje como un pandero.
Ya me vence mi muerte, los fantasmas atan mi cuerpo
En profundos esqueletos de coral.
Doy vueltas a la noria, conozco mi deber de esclavo,
Pero no conozco a mi dueño, ni sé por qué estoy aquí.


*


2
Balance


Maté la nube de mis pensamientos,
cedí terreno
a los pensamientos de la nube.

Predije con Apollinaire las nuevas artes,
advertí en un claro del bosque
otras manchas verdeclaras,
ardientes zonas en que pude establecer
una pausa encastillada,
labios que sonríen
en el espejo de la primavera.

Muchas cosas conspiré
con el domingo echado a msi pies,
con el tiempo sirviéndome de suelo
y el espacio, mi leal pareja,
aferrado a mis hombros para no caer.

Muchas veces mil veces
me hundí en sueños más sueños que los sueños,
al imaginarme cómo la golondrina corta,
con la tijera azul de la cola,
ciertas cosas ciertas:
pinos, sauces, tilos
contemplados al trasluz.

Confesé a medio mundo
que ésta es mi hora y no es mi hora,
que todo depende y no depende,
que mis pies han bailado
desde antes de saber andar.

No pude permanecer
ni seguir adelante
ni volverme atrás:
la sola solución fue despertar.


*


3
Caminar Con Mis Huesos En Los Brazos
....................................................................para Graciela y Agustín


Me incorporo con mis huesos en una cajita
Aparto planetas como piedras en una llanura
Y leo de noche toda otra noche roja como cobre en el recuerdo
De mi raza, apenas entendiendo, bajo mi ceguera, la hondura que deletreo.

No me costará nada asomarme a mi estómago de espejo.
Veré el vacío en un puñado de sueños sin pulir.
Todo como siempre anhelara ser-cara, canto o cruz.
La moneda es el sí y arde fija entre los dedos del tiempo.
¡Vaya salvación de quien se castra para desprenderse de su ego
Y del silencio con más silencio tras la pedrada de un eco!
Esto es lo que repito sobre mis botas llenas de sangre,
Lo que repite el halcón que gusta de semillas robadas a la llama,
Lo que recuerda el corazón que busco entre pilas de lunas,
Lo que me hace caminar con mis huesos en los brazos.

Pronto nacerá la ofrenda de reliquias y de cadenciosas orgías.
Reiré de mi ego hinchado a costa de la mañana en vuelo,
De esa mañana parada en un pie y de ese ojo
Parado en el trono de la certera ola salvaje.
Pronto, muy pronto, apartaré de mí almas esponjadas de verdores súbitos,
señas del crepúsculo en quiebra y de la caña destrozada
y del futuro encendido por los dientes del agua mansa.

Así la víbora fija abandona sus cimientos, la montaña repta
Y la muerte es la muerte sentida, no la muerte de los muertos
Que sólo es reposo invencible, victoria sobre la catedral del sobresalto

Pido lo mismo que un libro con las pastas en su centro,
Pido un caballo con la melena llena de libélulas
Pido la paz que pone la piel del universo en la palma de la mano;
Pido pero el reposo súbito no me oye, pido pero la vida
Parece una túnica sobre un trampolín y no va cerca ni lejos.

No sé cuándo vendrá el banderín de arena que tremola sin desgarrarse,
Aparece el huracán de miel contra la siesta del pino umbroso,
Hay temblor en el agua banderillada por la mirada,
No sé si permanecer de codos en la ventana con la visión en el jardín
No sé si camino por una lágrima que se vuelve cuerda y sonríe,
Mas nada me hace dueño de dos orillas. No sé si lo ignoro,
Sólo conozco la hinchazón, la hinchazón del ego, el amor a mí, la soledad
Compartida con otros llenos de amor a nadie, trasfondo de búfalos
A los que no hay trébol ni trigo que se oponga.

Pese a mí mismo me fascina el cielo que esconde su comida de sombra,
Azul de tanto ser, azul de ser alto, azul de no oír el abaniqueo de las migraciones,
Ajeno siempre al penumbroso ruido intermitente.
Yo sé que mi frente es un panal agujereado de pensamientos.
Ese panal donde escurren lágrimas de ámbar
Y donde yo inflo el escombro emigrante, el follaje de la mímica celeste.
Yo amo la vida porque responde a mis espuelas de estrella.
Corro hacia una felicidad sin biografía,
Hacia un aroma intenso que lucha por ser una flor verdadera.

El mundo es menos mundo desde que pateo la metamorfosis de su sombra.
El mundo pierde gas como un globo con arrugas,
El mundo estaría completo sin tanto habitante descabellado,
Sin ese amor que sólo a ratos une tu cuerpo con el mío,
Sin esa feria en que las focas son lívidas pesas de asteroides,
De pronto inmóviles porque su luz se hace roca.

Yo rezo porque una aguja de oro me desinfle
Y vea mis manos como simples manos, mis poemas
Como trenes de palabras silenciosas al subir y piafantes al bajar,
Sobre lo imposible inventado, lo irreal carcomido, el lago sin su áspera camisa,
La camisa pálida sin sus balazos aves en picada.

Dénme agua que me lave el ser de todo lo que soy,
Limpio de conspiraciones, amoroso de mis llagas,
Encantado de mis cicatrices florecientes,
De mi yo sin yo y de mi nombre que canto al callarme.

Mido ahora la distancia entre la eternidad y la burbuja.
Veo en mi alma la sombra de una campana,
el cabello de un trino, las formas que imagina el sonido
Y que no vemos por nuestra cabeza encapuchada con ego y tierra.

Sé que un cementerio explota bajo la huella de una pisada perdida.
Sé de pies que viven dentro de zapatos de hierro.
Sé de cosas extrañas sobre columpios que giran 360 grados
Y que nunca se apiadan de la inmovilidad ciega y casi aciaga
Y que llevan niños intrépidos sin que lancen al suelo su carga preciosa.

Sé de niños que se abrazan a sí mismos con sus propios brazos,
Sin sentir calor ni frío, sólo tufaradas de rosas, esperando el rezo
O el lanzazo de los ojos de búho o al mar que lame sus pies,
O una tarde que sorbe sombra semejante a una cosecha frugal;
Sé de todo lo que vuelve ser al ser, sé del anillo que se ahoga
Y en el fondo permanece enamorado de su piedra extraviada,
Mientras mis sienes se marcan con el primer alfiler de la tempestad,
con el vaticinio del oro que gotea en la memoria,
Con el descenso reconciliado con la cólera de la partida;
pues al fin nos vamos sin nuestra armadura de vanagloria y hielo.

Sé de la piedad de flores que ya no crecen para abrigar al muro:
Ahí reside lo constituido, lo cierto jamás enmascarado
Abierto de par en par como la sandía bajo el filo de un ala terrible,
Como el remo en un océano de musgo que envuelve a una almendra,
A una roca como fatalidad imaginaria que nos ahoga con manos de verdugo
Entre migraciones surgidas a la vuelta de la esquina,
Entre alcantarillas o celdas seculares o maquetas desveladas
En museos que el infierno levanta e ilumina para siempre.

Mas nada asusta como el ego sangrante de deseos
Con sus mirajes ardientes colgados de frutos de plomo,
frutos despeñados desde el ego imbatible de un despeñadero
Crecido por odio a las estrellas.
Nada me asusta sino la suerte del pobre uncido a carrozas de hueso,
Nada sino este morir de todos ante el bostezo de todo,
Este río de peregrinos que barre y quema las migajas del estornino.

La órbita del ego reúne panales de planetas en su órbita hueca.
El ego apaga el aire, la respiración y el vuelo.
Su vientre es una almohada llena de basura que hierve,
Su estiércol trae pies llenos de agujeros
Entre púas que no tienen reposo ni destino.
El ego provoca la amnesia de los tropeles humeantes.
El ego tapona los pezones de la parturienta y de la novia
embarazada desde antes de nacer: el ego, sus frutos y sus ramas
Reclama universos y terreno para sus huestes que nadie sacia.

Acaso el ego es menos ego en el desierto.
En la ciudad se vuelve espantapájaros blindado
Fantasma con collares de carne y miradas de hilo verde,
Hilo que estrangula todo cuanto mira,
Destruye a su portador y apuñala al vecino
o lo cuelga entre las sábanas hasta que su cuerpo
Adelgaza y flota como una sábana podrida.

El ego es todo. Tiene hambre desde el amanecer hasta el año próximo.
El ego atesora oro y carroña, vende en el mercado
las manos del rey, los brazos del pordiosero
lo mismo que los respiraderos de recuerdos azules y las verdes
[bodegas del vino de la vida.
Yo punzo mi ego hinchado, abato el castillo de mí mismo,
Pero al otro día la danza comienza de nuevo,
Sueño en zancos de diamantes, invento corales fastuosos
donde engordo quinceañeras llenas de hambre.
El porvenir extiende su telaraña de manos cercenadas
Y nadie se pasea por la ruta empedrada
De prójimos sin calor, ni vestimenta, ni sustento,
Pero dotados de un ego que espera
Territorios para la indiferencia, comida fresca,
Prójimo reciente, un pequeño almacén donde guardarlo todo,
Virtudes inventadas sobre todo reconocimiento y pleitesía,
Corderos arrodillados dándole calor durante todo el invierno.
El ego es fuerte, no se calma deja que el mundo sobreviva
porque su hambre
jamás se cansa.


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sábado, 15 de enero de 2011

ATTILA JÓZSEF


ATTILA JÓZSEF
(1905-1937)
BUDAPEST




ALGUNOS ASPECTOS DE SU VIDA:

Attila József nació el 11 de abril de 1905 en Ferencváros, arrabal de Budapest. Esta sencilla frase está, no obstante, recargada de significación. El poeta pertenece a una generación signada por la guerra y por el ascenso del fascismo, y nació en Budapest en una época en que la ciudad, después de un auge vertiginoso, afirmábase como la capital intelectual del país.

1916 Nacimiento de los primeros poemas conocidos de Attila József. Setiembre: Attila József se inscribe en el curso complementario

1922 Junio: Attila József deja el liceo. Un abogado aficionado a las letras, János Espersit, le da su apoyo. Lee los poemas de Baudelaire y de Walt Whitman. Durante el verano, el poeta es cuidador de un campo de maíz; luego acepta un puesto de preceptor. Navidad: Publicación, en Szeged, gracias al cuidado de un pequeño impresor, del primer poemario de Attiia József, titulado Mendigo de belleza (Szépség koldusa) y prologado por Gyula Juhász.

1923 Verano: Attila József regresa a Budapest.
Diciembre: Aprueba el bachillerato como alumno libre. Se gana la vida correteando libros y, luego, como empleado bancario.

1924 Enero: Attila József es acusado de blasfemo a causa de su poema Cristo sublevado (Lazado Krisztus). Setiembre: Attila József se inscribe en la Facultad de Letras de la Universidad de Szeged para estudiar, especialmente, húngaro, francés y filosofía.

1925 Enero: Aparición en Szeged del conjunto de poemas de Attila József No es que yo grite (Nem én kiáltok). Su profesor de lingüística, Antal Horger, lo aleja solapadamente de la Universidad por culpa del tono demasiado audaz del poema Corazón puro (Tiszta szívvel). El poeta inmortalizará ese hecho en su poema A mi día (Születésnapomra). Parte de Szeged.
Setiembre: Attila József se inscribe en la Universidad de Viena y conoce a numerosos emigrados políticos húngaros que, después de la caída de la República, en 1919, habíanse refugiado en Austria.

1929 Febrero: Aparición, en Budapest, del tercer poemario de Attila József, titulado No tengo padre ni madre (Nincsen apám, se anyám). Marzo: Obtiene un cargo en el Instituto Húngaro de Comercio Exterior.
El poeta adhiere a la Sociedad Miklós Bartha, caracterizada al comienzo por una cierta aspiración a moderadas reformas sociales pero que, bajo los efectos de la crisis, comienza a radicalizarse a partir de 1929. La sociedad preconiza la solución de los problemas más candentes por, en primer lugar, la repartición de las grandes propiedades y la reforma agraria. En cierta medida puede considerarse a la Sociedad Miklós Bartha como precursora del movimiento populista de los años siguientes. Investigar la vida del campesinado húngaro: tal era el objetivo principal de aquel movimiento que no se limitaba, por tanto, a la búsqueda científica ni a la literatura, sino que poseía, además, un carácter netamente político. La revista literaria La Pluma (Toll) abre una polémica a propósito de la obra de Endre Ady, en la que participa también Attila József, quien subraya en su artículo "La visión de Ady" (Az Ady-vizió) el carácter revolucionario de aquella obra.

1930 Mayo 20: En la serie de cuadernos de la Sociedad Miklós Bartha aparece el folleto ¡En las aldeas! (Ki a faluba!) de Attila József.

1931 Attila József sufre su primer tratamiento psico-analítico.
Marzo: Publicación de su poemario Döntsd a tókét, ne siránkozz.
Mayo 8: El gobierno requisa el libro.

1935 Febrero: Attiia József recibe un premio literario de 1.000 pengos. Agosto 11: Gran huelga de los obreros de la construcción. Attila József apoya a los huelguistas.

1936 Febrero: Attila József vuelve a obtener una recompensa literaria de 1.000 pengos.
Publicación de una nueva revista literaria de los escritores de izquierda titulada Argumento (Szép Szó), uno de cuyos fundadores y directores es Attila József.
Publicación de la Antología de poetas checos y eslovacos, con numerosas traducciones de Attila József.

1937 Enero: Attila József conoce a Béla Bartók, con ocasión de una conferencia de este último. Thomas Mann, ya desterrado, visita Hungría.
Enero 13: Conferencia de Thomas Mann en el Teatro Húngaro de Budapest. Attila József tenía la misión, encargada por los organizadores de la conferencia, de recibir al gran escritor alemán, pero la policía prohibió la lectura del poema "Saludo a Thomas Mann" (Thomas Mann üdvozlése). Marzo 15: (aniversario de la revolución húngara de 1848, fiesta nacional) Constitución del Frente de Marzo, movimiento democrático de los sociógra-fos investigadores de la vida rural, de los escritores de izquierda y de otros intelectuales progresistas. Attila József saluda entusiasmado al movimiento en la revista "Argumento".
Attila József conoce a Flora K., especialista en reeducación. A ella le dedica las magníficas poesías amorosas escritas durante los últimos años de su vida. El editor Cserépfalvi prepara una Antología de los Poetas Europeos cuya dirección confía a Attila József, quien tiene la intención de insertar en la obra varias de sus traducciones; éste será su último trabajo.
Noviembre 25: El estado de salud de Attila József empeora rápidamente en los últimos años. Es hospitalizado en diversas ocasiones en casas de salud. Está afectado de una grave depresión nerviosa. Diciembre 3: Attila József se arroja bajo las ruedas de un tren en Balatonszárszó.



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AL FIN DE CUENTAS

Yo el heno coseché, lavé calderos
y dormí sobre paja podrida.
El juez me condenó y unos idiotas se burlaron.
Mi luz tiene su origen en un sótano.
Yo besé a la muchacha que cantando
horneaba el pan crocante para otro.
Me regalaron ropa y yo regalé libros
al campesino y al trabajador.
Yo quise a una muchacha adinerada:
me la robó su clase.
Comí día por medio solamente
y me volví ulceroso.
Sentí mi estómago inflamado.
También el mundo es un inmenso estómago
pegajoso y eolítico,
y nuestro pensamiento y nuestro amor son ulcerosos.
Y la guerra no es más que un vómito sangriento.
Se llenó nuestra boca de un ácido silencio.
¡Yo le di un puntapié a mi corazón
para que ahí, ahí gritara!
Las canciones a sueldo, portadoras de olvido,
no son dignas de mi conocimiento trabajador.
¡Me quisieron comprar mi lote de venganzas!
El fraile me indicó: ¡Hijo, confiésate al Señor!
Pero aquel que regresa con las manos vacías
yo sabía que lleva un hacha, una azada y unas piedras.
Arde mi corazón: puedo vencer.
Pero debo tener la audacia
de hacer justicia y de tomar partido
en los duros recuerdos míos.
Mas ¿ qué me importan los recuerdos?
Mejor asiento el lápiz miserable
y afilo la guadaña,
pues ya madura en nuestra tierra el tiempo
silencioso, temible.

(1926)



ARRABAL

Vivo en este arrabal.
Aquí, como murciélagos pequeños,
derrúmbame en sigilo los crepúsculos,
y el hollín, entre suaves aleteos,
va como el guano, duramente,
sedimentando espeso.

Así esta época se posa en nuestras almas.
Y como harapos densos
pesadas lluvias lavan
las decaídas chapas de los techos.
La pena en vano borra de nuestros corazones
lo que ya es pétreo.

Pero también la sangre lava. Y así somos.
Un pueblo singular, enjambre nuevo.
Pronunciamos distinto. De otro modo
se adhiere a la cabeza nuestro pelo.
Ni la mente ni Dios:
el carbón, el petróleo y el hierro
son la materia que nos trajo al mundo,
fundidos en las huecas piezas
de esta terrible sociedad,
quemándonos, violenta,
para que protegiésemos la humanidad
sobre la tierra eterna.

Después de curas, de soldados y burgueses,
por fin nos convertimos, para siempre serlo,
en fieles observantes de las leyes.
Por eso burbujea dentro nuestro
el sentido de toda obra humana,
igual que un violoncelo.

Indestructibles
desde que fuera creado el universo,
nunca a tantos habían demolido,
aunque el pasado es tan inmenso:
en nuestras casas, hambre y cólera,
la religión y el arma se abatieron.

Nunca tan humillado
el vencedor seguro fuera
como nos humillasteis
bajo nuestras estrellas.
Pero al volver los ojos
su escondido secreto nos entregó la tierra.

¡La máquina, nuestro animal de suma —,
ved cómo enfureció en la marcha!
¡Como el endeble hielo de los charcos,
aldeas frágiles se aplastan,
cruje la cal de las ciudades
y el cielo truena si echa a andar la máquina!

¿Quién puede detenerla? ¿El oligarca?
¡Gomo la nuestra fue la infancia
del can furioso del pastor! Creció
con nosotros la máquina.
Bestia dócil, nosotros solamente
conocemos su nombre. ¡Vamos, apostrofadla!

Pero bien vemos que no falta mucho
para que todos os arrodilléis ante ella
y le roguéis, diciéndole,
mintiéndole que es vuestra.
Pero tan sólo aquel que con sus manos
la alimentó, tan sólo ése le interesa.

De modo que así estamos, temiendo pero unidos,
nosotros, hijos —¡sí!— de la materia.
¡Los corazones elevad! Los corazones
pertenecen a aquel que los eleva.
Sólo quien fue impregnado de nosotros
posee tanta fuerza.

¡Arriba el corazón! ¡Arriba! ¡Vamos! ¡A las fábricas!
Este hollinoso corazón, tan grande,
fue visto por aquel que advirtió al sol
en su humo asfixiándose
y oyó el ritmo de muchos pozos de la tierra
en las profundidades.

¡Arriba... ! Alrededor del suelo parcelado
solloza, sufre vértigos, se tambalea
la empalizada azul de nuestro aliento,
cual si se desatara la tormenta.
¡Soplemos fuerte: arriba el corazón!
¡Que humee arriba, como tea!

Hasta que se ilumine al fin
nuestra capacidad, el orden hermosísimo,
con que la mente reconoce
el confín infinito:
las fuerzas productoras fuera
y dentro los instintos...

Esta canción resuena ya en el arrabal.
El poeta —el pariente— observa, observa:
cae, cae el hollín, espeso y suave, y aletea,
y como el guano, densa, duramente,
sedimenta.

Es tintineante el verbo en boca del poeta.
pero él, ingeniero de las hechicerías
del mundo ya existente,
ve el porvenir deliberado y edifica,
muy dentro suyo
como afuera vosotros, la armonía.

(1933)



LLANTO TARDÍO

Estoy ardiendo siempre en treinta y seis grados de fiebre
y tú no vienes a curarme, madre mía.
Como una leve, fácil, etérea mujer a quien apenas llaman,
así tú te acostaste con la muerte.
En el paisaje de este suave otoño
quiero recomponerte con el total de tantas mujeres cariñosas,
pero bien sé que no me alcanza el tiempo.
Me abrasa el fuego espeso.

Cuando fui por vez última a Szabadszallas
concluía ya la guerra,
y en el desordenado Budapest
el almacén estaba sin un pan, vacío.
Yo viajaba en el techo del vagón, atravesado, boca abajo,
llevando algunas papas; en mi bolso también viajaba el mijo.
Testarudo, además había conseguido, para ti, una gallina.
Pero tú ya no estabas en ninguna parte.
Tú fuiste quien me arrebató, para darlo a los gusanos,
el pezón dulce; luego, toda tú te diste.
Consolando a tu hijo, quizá lo reprendiste,
pero era fraudulenta y mentirosa tu voz suave querida.
Eras tú quien soplaba para enfriar mi sopa
mientras decías: "¡Gome: quiero verte hecho un
hombre, ángel mío!"
Tu boca, ya vacía, gusta ahora la humedad pegajosa.
¡No me dijiste la verdad!

¡Mas hubiese valido que comieras tú!
¿Acaso traje yo la cena? ¡Fuiste tú quien la pidió!
¿Por qué curvaste tu columna en el lavado
y te extiendes ahora sobre el fondo de un cajón?
¡Qué dicha si por una vez, siquiera, volvieras a pegarme
Yo mismo me pondría alegre y te contestaría:
"¡Eres inútil, infructuosa, vana! ¡Te desvives por no vivir
y deterioras toda tu sombra!"

Como buena mujer, eres una impostora:
finges, engañas y haces abrigar esperanzas.
Furtivamente diste el fruto de tu viviente fe
y nacido de tus amores: me pariste entre ayes.
¡Eres una gitana que adulando me lo brindaste todo
y en la última hora todo me lo robaste!
¡El niño tiene ganas de decir malas palabras!
¿No lo oyes, mamá? ¡Regáñame!

Poco a poco amanece en mi cabeza.
La leyenda se fue.
Pendiente del cariño de su madre,
al fin descubre el niño el tonto que es.
Quien fue parido de mujer al fin se desengaña,
o así, o porque también él quiere engañar.
Si lucha, muere de la lucha; y si se reconcilia,
entonces muere de la reconciliación.

(1936)



EN VANO EL POETA AULLA

El ratón ancestral del pensamiento
no pensado devora nuestro pan,
derrama entre nosotros sus bacilos
y va de un hombre a otro, sin cesar.
Todavía es su culpa que el borracho,
si es que ahoga el deseo en el champán,
ignore que en verdad bebe la sopa
del pobre horrorizado en su orfandad.

Y porque el numen ya de las naciones
no retuerce los húmedos derechos,
la ignominia del hombre contra el hombre
a las razas incita entre lamentos.
La opresión grazna en grupos; va volando,
como a una carroña, a nuestro pecho,
y como la saliva del idiota
la miseria en el globo va cayendo.

Como el chacal, que hacia los astros gira
para lanzar sus voces, el poeta
en vano aulla a nuestro cielo en donde
solamente titilan nuestras penas.

Alrededor, como herrumbradas, grandes
dagas de acero, ¡oh estrellas, mis estrellas!,
cuántas veces me heristeis hasta el alma:
acá, sólo el morir, triunfante, llega.

Pero, aunque llore, yo, confiado, digo:
¡hermoso porvenir, no serás yermo...!
¡Confiando estoy! Ahora ya no empalan
y antaño sí: lo saben mis abuelos.
Vendrá la calma de la libertad
y se suavizará nuestro tormento.
Y en silenciosas sombras de glorietas
vendrá el olvido sobre nuestro tiempo.

(1937)


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