viernes, 4 de marzo de 2011

Fernando Arturo Sandoval Guerrero




Fernando Arturo Sandoval Guerrero
Poeta Contemporaneo
Puebla, México









***


Miradores del canto



Habría que escuchar aquella canción
de teponaztles, huesos y sonajas.

Bailar por un rato,
Dejar a los hijos en huacales y redes
De raíz, algodón y pieles
Para olvidar tiempos pasados.

Abrir el corazón y
Cantar junto a las visnagas,
Tunas y nopales.

Hombre Azteca
que mucho se aflige,
hablando solo,
aburrido con dolor,
sin mujer y con llanto.

Solamente soñando.

Soy Nezahualcoyotl,
y ya no quiero seguir
todos los días,
mirando como los hombres
tocan sus manos y
secan su cara por
el correr de lágrimas de llanto.

Tengo hambre de amor;
por ti.
No puedo dejar un solo momento
encerrados el alma y
el canto.

Volar como la mariposa,
sentir como el colibrí
un instante,
soñando.



***


Lira y Canto de Nezahualcoyotl después de su muerte


Ahora canto siempre,
el tiempo y la edad avanza,
se me brinda,
he sido admitido después de larga espera,
ante los desmesurados intentos; y
las terribles caídas del imperio.
Estoy cantando,
si bien puedo nombrar que es llanto.

Te toca a ti mi buen amigo,
reinicia el gozo por el encanto de las flores.
Cantemos juntos,
destruye tus dolores,
las penas y tristezas,
pues he culminado el inicio de las desfortunas de mi raza.
Tú tocas cantando,
aunque con llanto sigas el ritmo instrumental sonoro.

Yo, sintiendo las nuevas flores disfrutando,
baila ahora danzando.
Jubiloso halaga a Dios que sigue glorioso,
porque la sensible vida tiene ahora herederos,
nuevos hombres.

Vengo de la historia a dejar encargo;
pues tu,
ahora hablas pensamiento y quejo mío.
Te elegí noble caballero moderno y de ropajes simples,
muestra el camino de la fortaleza que heredas.

Húmeda tarde,
pájaros que cantan,
reflejos de sol que soplan vida.
En el noble trono acentúan las perlas,
el oro y el agua,
aumenta el colorido brillo y crecen las tierras.

Oh Miquitzin precavido,
reconocido escribano y peculiar príncipe,
vive del buen hoy que lo tiene todo,
llegará el día que tengas más y compartas lo tuyo,
dará bienestar a muchas vidas.
Haz que no caigan los desamores de ostentosas fortunas,
porque han de quitarles el poder de su mano;
estarán los cielos furiosos,
el aire pesado y sus descendientes desamparados.
Lloraran triste desventura,
de los más fuertes caerán sus flechas.
Los que creen que de cuna nacieron,
sin cabeza quedarán,
completos de pobreza y amargura estarán.
Lleva tu,
ahora memoria,
quien fui y quien soy.
Canto el llanto de la sangre de mi pueblo,
que sigue sufriendo los embates de algunos del imperio.

Muéstrales la guerra que comienza sobre invasores del sur,
gritan con gloria y victoria el triunfo,
pero menos tardarán en reír,
llenarán nuevamente de lagrimas el Valle de Texcoco.

Que tu pluma y mi mano sobre tu hombro,
sean honor y fuerza digna de que eres mi vocero,
recordándoles ejemplo de su olvido de
quienes fueron los creadores de este nuevo imperio.
Yace ahora en cielo gris,
causa de tristezas y angustias.

Ante la muerte no olvido temor de gracia divina,
como tampoco de Acolhuacán y sus gentes.
¡Estoy presente!
Gozoso, pues nací de Matlalcihuatzin,
hija del señor de Tenochtitlán y de Ixtlixóchitl.
Memoria tengo todavía de la muerte de mi padre por los Tecpanecas.
Menester es la espera por cultivadas enseñanzas;
dentro y fuera del Calmecac,
para recobrar el trono
contra las dos caras de la punta de la lanza de Maxtla.

¡Sonriente pequeño Miquitzin!
¡En espera has de estar!
Cansados tus hombros,
pies, corazón y manos.
El tiempo premiara con dones y virtudes.

Mirar al cielo,
porque trabajo hay sin descanso,
pues el mandato es recuperar el reino,
cortando cabezas blancas
con tan filoso don.
Terminar la vida, de penetrante ocaso.

Juntos para progresar el futuro del imperio,
atar los cabos y la sangre de nuestros pueblos.
¡No mirar el canto del enemigo
sobre voces de futuras generaciones!
¡Achtopa!
Luchar como la Triple alianza.

Canto la lira y canto de gusto...

Sigo siendo el mismo,
igual que el recuerdo en elevado canto,
miradme erguido y florido.
Buen momento no olvidado,
menesteres de mi canto,
ecos y voces sobre la huida;
de este Coyote Hambriento en Azcapotzalco.

600 años no en vano pasaron,
arrepentido estoy por blasfemar de mi nacimiento y
del servicio en la tierra.
¡Lo se y sigo con la cabeza inclinada!
¿Cómo no dar gracias a los dioses olvidados y
a la vida por mirar este imperio?
Obligación tengo con hombres, niños y mujeres
para defenderlos del enemigo.
De las manos que se esconden en el miedo de sus gentes.

¡Suenan teponaztles!
¡Gritan los caracoles!
¡Repican los huesos y las sonajas de danzantes,
Caballeros Águila y Tigre!
Mantener el corazón con calma,
para que Dios envíe paciencia por tus actos.

¡Alegra el tiempo,
siembra la tierra, y
educa a tus hijos!
Has que no sufran los ancianos
porque regocijado placer recibirás,
disminuye la amargura,
la avaricia y la codicia de los hombres de poco sentido.
¡Que tus palabras aneguen el ejemplo de la cordialidad,
la sabiduría y el pensamiento de humanidad!

¿Quién te enseña a bailar Miquitzin,
en esta casa donde revoloteaban los plumajes de quetzal?
¡Yo, Yoyontzin junto al águila que grazna y devora a la serpiente sobre el nopal!
¡Aquel que vive en paz,
que vive la vida,
que recoge las flores;
una por una para que no sufran los corazones!

¡Igual que en los tiempos de la Gran Tenochtitlán,
mirando junto a los dioses,
el lago y el imperio.
¡Porque no he muerto, he nacido!

Un coro acompaña:

¡Hoy llueven briznas de sol,
mojan gotas de luz,
retoñan capullos de flor!
Todos cantando,
liras y cantos de nuestro señor.

¡Tenemos herencia del creador de los acueductos
y los diques del gran lago de Texcoco!
¡Ciudad donde el sufrimiento de las manos
y sus cuerpos de hombres y mujeres,
de ancianos y niños,
forjaron lo que hoy es esta tierra, un tesoro!

¡Oh Nezahualcoyotl!
Naces en cada canto que ofreces,
los tiempos no pasan,
porque ¡tú no mueres!

¡Salgan flores hermosas!
¡Hoy es día de los cantos de vida!
en medio del lago,
sigue regando,
mojando la tierra,
regando con cantos.

¡Que todos recuerden!
El valle del Anahuác y
el gran lago matizados,
con cantos de Nezahualcoyotl,
que sigue vivo;
naciendo en todos los nuevos mexicanos.
¡Todos lo saben,
el no ha muerto!
¡Cantemos la lira!
¡Coyote Hambriento!
¡Rey y Poeta!


***


No lo supongo


Yo lo se de cierto,
no lo supongo,
el hombre es un animal político por naturaleza,
lento,
voraz,
torpe,
amargo y sin sentido.

¡Ama el poder!

El poder y el hombre
se unieron en la
primera relación con Dios,
tierra,
agua,
fuego,
aire; y
olvido.

El hombre y el poder siempre se quieren,
se van amando desde que crecen,
despacio y poco a poco.
Algo dentro de sí,
les dice que se amen,
que no se suelten.

Los dos hacen el amor y se penetran
como la hembra y el macho,
se unen el uno al otro,
transformándose en uno solo.
La relación se hace en silencio,
como se fecunda un niño desde la placenta,
adentro.
El poder umbilical los une.

En su alma y en su esencia tienen
los más nobles sentimientos humanos.
Principios morales meticulosamente dictados y
sus normas más complacientes.
¡Es el mejor actor teatral de la vida,
el más villano verdugo de los enemigos y
el más paternal de la familia!
Un don divino.

Fuerte desde el fondo de los pozos de agua,
viento y minerales que trepan como la asfixia
de invasión de las noches y los días.

Como costras nacen en las heridas de la sociedad,
viven,
matan,
mueren.
¡Y más allá!
Siguen naciendo,
generación tras generación.

Son una familia,
indestructibles mientras la razón
de unos cuantos valientes,
decida la vida de los cobardes.

Buscan resucitar uno tras uno,
como un silencio que no se deja ver,
algo que no se deja tocar desde muy adentro,
que no quiere salir.

Ocultan lo que no quieren que veamos
cuando cada uno de nosotros,
lo estamos mirando.

Natural como la vida misma,
arruinado y condenado a existir amargamente.
Como lengua que sale
desde la garganta para decir lo desconocido.

Calla rápidamente y cambia como el camaleón,
tiene derecho a retractarse,
nunca pide disculpas cuando se equivoca,
el cree que no se equivoca nunca.

Lento y suave como el tiempo que busca la arruinada
quietud del tiempo prenatal.
No deja procrear antes de lo que no se es,
anuncio y profecía.

Voraz como la plaga que invade a todos.
Dejando huella en este aire apretado y
contaminado por el mismo,
haciéndonos creer que no sabemos
lo que el cree que sabe.

Son necios e infieles el uno al otro,
no les importa dormir en cualquier lado y
entre brazos ajenos.
Sin sentido y sin ruta.

Creen que lo piensan todo,
mirándose desnudos como si fuera
la primera vez de su fantasía,
su pecado y su vergüenza.

Saben que los dos son uno solo,
el poder de su costilla y
el de la creación.
¡No tienen miedo!

El conquista al poder y los dos son uno solo.

Yo lo se de cierto, no lo supongo.



* Selección de Poemas de Fernando Arturo Sandoval Guerrero de su libro: "Poemas Urbanos de mi Tierra"
Redireccionado de la Sección: Publica tu Obra, de la Universidad Autónoma de México ( http://www.tuobra.unam.mx/mostrarAutor.html?id=154 )